El síndrome del emperador es un problema educativo muy grave el cual sufren algunos padres. Éstos intentan educar de forma flexible y justa con sus hijos y sin embargo, éstos se aprovechan de esa actitud y los tiranizan. El problema reside en que los progenitores no saben cómo poner límites a la conducta de sus hijos. Los niños sacan partido de esta situación con lo que se saltan las mínimas normas que les establecen de forma constante. Estas confrontaciones, que se producen de forma asidua, terminan con la paciencia de los padres y crean un cúmulo de tensiones que hacen que la convivencia familiar sea insostenible. La tiranía de los infantes puede ser de distintas formas:
- No obedecer a la primera.
- Discutir las normas y/o los castigos. - No obedecer a la primera.
- Reclamar de manera reiterada atención con algún un comportamiento molesto o con discusiones entre los hermanos.
- El niño estar constantemente pidiendo. Cuando obtienen lo que desean piden más, nunca están satisfechos.
Se podría definir que el síndrome del emperador se produce cuando los hijos maltratan a sus padres, situación que se está instaurando en nuestra sociedad.
En los últimos años su incidencia se ha disparado y los casos de este tipo de maltrato se han multiplicado por seis, cerca de 6500 denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado el año pasado. Los padres tienen que denunciar a sus propios hijos. La tendencia de los padres es encubrir el problema.
Razones:
¿Qué puede ocurrir en la personalidad de un niño para que llegue a agredir a sus padres? Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayuden al desarrollo de este síndrome.
- El abandono de las funciones familiares.
- La sobreprotección y sobre exigencia simultánea.
- Los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo.
- La ausencia de autoridad.
- La permisividad.
- La falta de elementos afectivos.
- La educación más en otros entornos sociales que no son en la familia.
El psicólogo y criminólogo Vicente Garrido Genovés opina que esto no son sólo los motivos que llevan a este síndrome. Un padre excesivamente permisivo tiene como resultado un hijo caprichoso e irresponsable, pero no un hijo violento. La permisividad puede echar a perder a un niño pero si hay violencia es como resultado de un proceso de deterioro personal por falta de educación, generalmente al final de la adolescencia.
A modo de conclusión diré que es cierto que hay que ser flexibles y justos con los niños, no tratarlos como adultos, tanto los padres como los docentes, pero hay que saber poner ciertos límites, y sobre todo cuando a algún infante se le imponga un “castigo”, como por ejemplo, no poder ver la tele en todo el día, ha de cumplirse y debemos tener claro que vamos a ser capaces de mantener dicha sanción porque sino el niño pensará que sus progenitores le pueden llamar la atención por alguna situación pero que después no hay consecuencias. Todos debemos saber que tanto las buenas como las malas acciones tienen sus consecuencias (positivas y negativas) y que uno ha de actuar en consecuencia.
Bibliografía:
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